Tener relaciones sexuales también es, por otra parte, sinónimo de belleza. Con este acto, la mujer produce estrógenos, una hormona sexual
que tiene implicaciones en el estado del cabello o la piel
Vivimos en un mundo repleto de mensajes que incitan a la práctica sexual, algo que constituye una buena forma de afianzar una relación personal. Sin embargo, las repercusiones del sexo sobre el organismo van más allá del bienestar amoroso y se adentran en el campo de la ciencia.
En primer lugar, porque se trata de uno de los ejercicios físicos más completos y saludables, pues pone en funcionamiento alrededor de 500 músculos y permite quemar calorías -en media hora se pueden eliminar entre 150 y 200. Pero también porque su práctica equivale fisiológicamente a una sesión de aeróbic, un partido de fútbol o una clase de natación.
La sensación de euforia y bienestar que sucede al acto sexual es una consecuencia de la liberación de endorfinas en el flujo sanguíneo, unos péptidos que funcionan como neurotransmisores y cuya presencia logra el mismo efecto que la práctica deportiva.
Asimismo, también están probados sus efectos como tranquilizante y relajante y ayuda a conciliar el sueño a aquellas personas que sufren insomnio o que padecen otros trastornos del sueño.
La prevención de un ataque cardiaco es otra razón más por las que seguir disfrutando del sexo. De hecho, y según un estudio que llevó a cabo la Queen’s University de Belfast (Irlanda del Norte), practicar sexo dos veces por semana reduce en un 50% la posibilidad de sufrir un ataque al corazón en comparación con aquellos que solo lo practican una vez al mes. Del mismo modo, y tal como publicó la revista British Medical Journal, los varones que más hacían el amor tenían menos probabilidad física de morir que los que no lo hacían porque sus organismos se habían acostumbrado a la realización de ejercicio.
Tener relaciones sexuales también es, por otra parte, sinónimo de belleza. Con este acto, la mujer produce estrógenos, una hormona sexual que tiene implicaciones en el estado del cabello o la piel. En este sentido, las féminas más activas sexualmente suelen lucir un cabello con más brillo y la piel más suave que las que no lo son.