El cantante, que formó parte del dueto Sin Bandera, descargó un magnetismo tal sobre sus seguidores que fue capaz de mantenerlos gritando de euforia a pesar de presentar un espectáculo que musicalmente fue demasiado monótono
La noche de este miércoles, el ex cantante de Sin Banderas Noel Schajris demostró que, en Venezuela, es un ídolo. No necesitó llenar todas las localidades del Poliedro como lo hizo con la agrupación que le dió fama, ni tampoco hacer que su espectáculo luciera largas colas en espera de que se diera acceso al teatro. Lo comprobó con la entrega absoluta que le prodigaron sus fanáticas que se llenaron de euforia con tan sólo escuchar pronunciar su nombre.
Y es que el recital de Schajris superó la poca venta de boletos con una hipnosis colectiva sobre sus seguidoras. Minutos antes de que se parara sobre el escenario, parte del público ubicado en el balcón del Teatro del Colegio Santa Rosa de Lima bajó hasta el patio del recinto para plenar los espacios que habían quedado vacíos. Cuando se asomó a la tarima, se activaron de inmediato las pantallas líquidas de las cámaras digitales y celulares que no dejaron de enfocarle en toda la velada.
Desde el principio – cuando se proyectaron en las pantallas las imágenes de sus admiradoras diciendo cúal había sido el mejor momento de sus vidas – estuvo claro que ellas eran el centro de su espectáculo.
El músico se hizo entonces de su piano para cantar durante casi dos horas, dialogar con su masa de fanáticas, bromear con los gritos de emoción que despertaron buena parte de sus temas y cerrar los ojos mientras entonaba las estrofas más románticas y sentidas de sus composiciones. Todo lo hizo con una camisa negra de mangas largas y arremangadas al codo, un blujean ajustado y sin demasiados detalles y una corbata blanca que le hacía ver un poco más bajo de estatura de lo que ya es.
Para complacerlas, interpretó casi la totalidad de los tracks de su disco solista Uno no es uno, incluyendo temas como Momentos, No veo la hora, No importa, Aunque duela aceptarlo, Gracias por entrar, Regresar y Hay Luna Nueva. No dejó de cantar algunos de los éxitos de Sin Bandera como Que lloro, Entra en mi vida, Mientes tan bien y Sirena.
Noel Schajris transformó para sus fanáticas un show monótono y musicalmente demasiado plano en todo un espectáculo que las mantuvo gritando ia durante el concierto entero. Las féminas, y unos cuantos varones, estuvieron siempre atentas a cada movimiento y, cuando advertían la cercanía de un diminuto silencio, le lanzaban un «¡Te amo!» sin el menor pudor.
No faltaron en el público las pancartas de las admiradoras y menos la de su propio club de fans en la que se leía «Sireno, te amamos más que a las arepas». Tampoco estuvo ausente la típica fánática que sube a la tarima para cantar abrazada a su ídolo. La escogida esta vez fue Rebeca, tan adolescente como la mayor parte del público, quien con una voz entrecortada por la emoción y el llanto, interpretó el coro de Kilómetros.
«Cantas precioso. Si te dedicas, es posible», dijo Schajris para despedir a su discípula. «Yo me sentí igual de emocionado cuando pude cantar con Franco de Vita y Juan Luis Guerra. De eso se trata la música».
Después de la lluvia de baladas pop, levantó a su audiencia para bailar con los pocos temas movidos de su repertorio. Pidió que se acercaran y, en cinco segundo, se llenó de gente el espacio que separaba las butacas de la tarima.
Luego de cuatro tracks más el acostumbrado bis, culminó su show. «No sé que decirles chicas y chicos. Los quiero muchísimo», afirmó con la sonrisa que nunca se le borró de la cara. Para compensarlos aún más, antes de partir, se quedó firmando autógrafos y tomándose las últimas fotos de la noche.
Nota cortesia: Lorena Meléndez G.- www.el-nacional.com
Fotos: Jordana Ochoa
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