Miles de fans despidieron con lágrimas, rosas blancas, música de banda y mariposas a la cantante popular Jenni Rivera, quien falleció hace diez días en un accidente aéreo en el norte de México, en un funeral público el miércoles en el noreste de Los Ángeles.

Uno de sus hermanos, el también cantante de banda Lupillo Rivera, marcó la nota más conmovedora cuando, al término de la ceremonia, entonó «Sufriendo a solas» con gran dificultad debido a su incontrolable llanto.

Miembros de la familia Rivera, que iban vestidos de estricto blanco con una rosa blanca en el ojal y corbatas celestes, tomaron el micrófono consecutivamente para despedir a la cantante, quien no tenía pudor en ventilar en público sus innumerables problemas sentimentales y familiares.

«Es un honor que Jenni Rivera, la persona de la que todos están hablando, sea mi mamá», dijo el hijo menor de la autoproclamada «Gran Señora», Johnny López, de 11 años. «Esto es lo más difícil que he tenido que hacer en mi vida».

«Es la mejor mamá que cualquier ha podido tener», agregó el niño, con la voz quebrada por las lágrimas. «Mamá, he estado llorando tanto estos días, te extraño tanto (…) Pero sé que estás más feliz allá de lo que estabas acá».

Entre los artistas que actuaron en el funeral figuraron Joan Sebastián, quien interpretó «Más allá del Sol»; y la Banda Divina, que tocó «Inolvidable». También dijeron presente Ana Gabriel y Vicente Fernández, una leyenda de la música popular mexicana.

«El propósito de Dios para Jenni se ha cumplido», dijo otro de los hermanos Rivera, el pastor evangélico Pedro Rivera Jr, al dar un sermón en la ceremonia que comenzó a las 10H00 locales (18H00 GMT) y se prolongó más de dos horas en el teatro Gibson, en las instalaciones de los estudios Universal.

«Dios nos la quiso prestar 43 años (…) Y está recibiendo su preciosa voz», agregó el pastor, quien recitó un versículo del Eclesiastés sobre el «tiempo de nacer y el tiempo de morir».

La «Graduación al Cielo» de la artista, como fue calificada la ceremonia por sus organizadores, terminó con la interpretación del tema «Que me entierren con la Banda» y la liberación de miles de mariposas blancas de papel.

En su canción «Cuando muere una dama», Rivera había dejado instrucciones precisas sobre cómo quería ser despedida: «Tomen tequila y cerveza / que toquen fuerte las bandas / suelten por mí mariposas / apláudanme con sus palmas / porque así es como celebran / cuando se muere una dama».

Vestidos de negro, llevando camisetas o botones con la imagen de Jenni Rivera, carteles que decían «Jenni, I love you» y una rosa blanca, más de 6.000 fans despidieron a la «Diva de la Banda» en el teatro Gibson, donde se confundían las lágrimas, la música y las alabanzas a Dios.

«Pobre señora Rosa», dijo, refiriéndose a la madre de Jenni Rivera, la mexicana Teresa Hernández, quien viajó desde Guadalajara para rendir tributo a la cantante. «Aquí estoy con todo mi corazón. Aquí vamos, con nuestro dolor», agregó la mujer de 69 años a la AFP.

También Elvira Herrera viajó, aunque no desde tan lejos, para asistir al homenaje: tras seis horas de carretera desde San José (norte de California), llegó con sus dos hijas adolescentes justo a tiempo para entrar al teatro.

«Era una mujer muy especial, una mujer muy fuerte, que sobrepasó todos los obstáculos que tuvo en la vida y sirvió de ejemplo», dijo a la AFP esta mexicana de 59 años que trabaja en un negocio de limpieza.

Unos 200 fans que no pudieron conseguir entradas, que se habían agotado minutos después de salir a la venta el miércoles a mediodía (por 1 dólar, reembolsable), se congregaron a la salida del teatro para ver la ceremonia en una pantalla gigante.

La familia había pedido además que, en lugar de enviar flores, los fans hicieran una donación a la Jenni Rivera Love Foundation, una organización de ayuda a las mujeres víctimas de la violencia doméstica fundada por la artista, quien se contaba como una de ellas.

El LearJet en el que viajaba Rivera cayó casi en picado y a más de 1.000 km/h de velocidad, pocos minutos después de despegar del aeropuerto de Monterrey el 9 de diciembre. La empresa propietaria del avión, Starwood Management, está bajo investigación de la DEA.

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