La primera final de «American Idol» en 2002 fue una batalla de sexos en la que Kelly Clarkson le ganó a Justin Guarini. La última final emparejó el marcador cuando Trent Harmon derrotó a La’Porsha Renae.


 Harmon se dejó caer emocionado en el escenario cuando el presentador Ryan Seacrest lo anunció como el ganador de la 15 temporada del programa, que concluyó el jueves por la noche.

«Sé que tengo un talento que me dio Dios, pero no quiero darlo por hecho, quiero trabajar muy, muy duro y ella me llevó a hacerlo», dijo entre lágrimas Harmon sobre Renae, quien seguía de pie emocionada y sonriente a su lado.

Harmon, de 25 años, se describió como «un tipo de Mississippi», era mesero en el restaurante de su familia en Amory antes de probar suerte para «American Idol».

Se ganó al público con su voz ágil y la confianza que fue cobrando en el escenario y el público lo grabó en la historia al elegirlo como el último ganador del programa. Harmon obtuvo un contrato para un disco junto con el título.

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Renae, de 22 años, también es originaria de Mississippi, de McComb, es una madre soltera que inspiró a los espectadores al sobreponerse ante el abuso doméstico así como con su poderosa voz.

El miércoles Renae invocó a Clarkson al decir alegremente «una mujer lo empezó y una mujer lo va a terminar».

«American Idol», que alguna vez dominó los ratings e influyó en la música y la televisión, había sufrido un declive constante en su público antes de que Fox decidiera terminarlo esta temporada.

El productor ejecutivo Nigel Lythgoe prometió que el final celebraría a sus concursantes, sin invitados estelares como en años anteriores, y cumplió esa promesa.

El programa comenzó con un coro de ganadores y participantes vestidos de blanco como Scotty McCreery, Taylor Hicks y Diana DeGarmo.

Otros rostros familiares de años anteriores surgieron en números musicales individuales y de grupo, incluyendo a Carrie Underwood, Jennifer Hudson, David Cook, Fantasia, Ruben Studdard, Jordin Sparks y Kimberley Locke.

Los jueces también participaron. Keith Urban y Underwood hicieron un dueto mientras que Harry Connick Jr. hizo un guiño a un centro musical de New Orleans, ubicado en la zona conocida como Ninth Ward, la cual fue afectada por el huracán Katrina, al invitar al joven estudiante Marley Fletcher, para que lo acompañara en «It’s a Wonderful World». Jennifer Lopez también cantó su nuevo sencillo.

Clarkson, quien pronto dará a luz a su segundo hijo, participó en un número grabado previamente.

También hubo un breve momento de nostalgia, con videos de audiciones anteriores presididas por los jueces originales Simon Cowell, Paula Abdul y Randy Jackson. Abdul y Jackson llegaron para reconocer a Seacrest por su longevidad, mientras que Cowell arribó tarde al escenario para robarse los reflectores.

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«Me siento bastante emocionado en este momento», dijo el usualmente frío Cowell.

El presidente Barack Obama fue el primer e inesperado número de la noche. En declaraciones, aparentemente grabadas con antelación, Obama felicitó al programa por su larga duración y destacó que motivó a millones de jóvenes a votar por sus participantes.

Después pidió a los estadounidenses que demostraran la misma disposición en las casillas electorales, al calificar el voto como como el rito más importante y sagrado de la democracia. «Creo que debería ser casi tan fácil como votar en ‘American Idol’ y estamos trabajando en eso», dijo Obama.

Seacrest pronunció las últimas palabras, quizá algo enigmáticas, del jueves. «Buenas noches América», dijo. Y mientras la pantalla se iba a negros agregó: «Por ahora».

«American Idol» debutó en junio de 2002, durante la temporada baja de televisión en el verano, un indicador de que Fox no tenía grandes expectativas para el concurso de canto importado y basado en el éxito del productor Simon Fuller de la televisión británica «Pop Idol».

Pero el programa resultó ser una revelación, los espectadores querían todo de los concursantes, incluyendo sus presentaciones y sus personalidades, buenas, malas e incluso ridículas. Les encantaban las discusiones entre Cowell y Abdul, y en el caso e Jackson, la familiaridad y el caló con el que precedía sus críticas.

Fox protegía cuidadosamente «American Idol» como un evento anual por lo que sus ratings aumentaron junto con su influencia.

Aunque Estados Unidos ha sostenido por años la idea de que todos pueden ser una estrella, «American Idol» era una versión actualizada del sueño. Sus audiciones abrían la puerta para gente de las grandes ciudades y de los pueblos y hacían que la fama y el éxito fueran democráticos al permitir que los admiradores tuvieran voz.

La competencia de Fox respondió. Los canales, que cada vez más favorecían a los realities por encima de los programas con guion, comenzaron a buscar sus propios programas de talento, desde patinaje a baile.

Algunos permanecen como «Dancing With the Stars» de ABC y «The Voice» de NBC, que superó al viejo «American Idol» en los ratings.

Ningún otro programa de talento ha logrado la misma fama para sus participantes, aunque el poder del triunfo en «Idol» se redujo en años recientes. A pesar de esto, los soñadores no lo abandonaron, cerca de 75.000 personas acudieron a las audiciones en cinco ciudades esta temporada.

Pero los ratings fueron el punto final. «Idol», que tuvo en promedio más de 30 millones de espectadores semanales en su punto más alto de 2006 y estuvo en el primer puesto por nueve años consecutivos, tuvo un promedio de 11 millones la temporada pasada (suficiente de acuerdo a los estándares actuales para colocarse entre los 20 primeros programas, pero con menos espectadores jóvenes, aquellos que buscan los anunciantes).

Este año tuvo el mismo nivel de espectadores, a pesar de la gran publicidad por su temporada de despedida.

AP AP – The Associated Press