Si bien es cierto que el thigh gap es un trastorno alimenticio que nació en los 90’s, actualmente

se ve a muchas adolescentes y jóvenes con la obsesión de tener los muslos más delgados sin importar el costo a su salud.

Este problema puede provocar la pérdida de tonicidad y fuerza en los músculos, pues al no ingerir los nutrientes necesarios, el cuerpo realiza catabolismo, lo que significa que nuestro organismo se alimenta de la grasa muscular, tan necesaria para seguir en el trajín del día a día.

Asimismo, las chicas que hacen el thigh gap pueden perder calcio, volviéndose más vulnerables a sufrir osteoporosis u otra enfermedad ósea cuando sean adultas. De igual manera, su rendimiento académico se verá afectado, puesto que los cinco sentidos no estarán alertas.

Además, como señala la psicóloga de la Asociación Americana de Psicología y experta en trastornos alimenticios, Mia Holland, el thigh gap no es físicamente posible por más que las chicas hagan dieta, ya que la posición de las caderas y el fémur no puede cambiarse.

Así que es preferible mantenerse sana y aceptarno tal cual.

RG/NetJoven